1Luego me fue dada una vara para medir y me fue dicho: «Ve y mide el templo de Dios y el altar, y cuenta el número de adoradores;
4Estos dos profetas son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de toda la tierra.
7Cuando los testigos hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo sin fondo*11:7 O del abismo, o del averno. declarará la guerra contra ellos, los conquistará y los matará.
11Pero después de tres días y medio, Dios sopló vida en ellos, ¡y se pusieron de pie! El terror se apoderó de todos los que estaban mirándolos.
13En ese mismo momento, hubo un gran terremoto que destruyó la décima parte de la ciudad. Murieron siete mil personas en el terremoto, y todos los demás quedaron aterrorizados y le dieron la gloria al Dios del cielo.
14El segundo terror ya pasó, pero mira, el tercer terror viene pronto.
15Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta, y hubo fuertes voces que gritaban en el cielo:
«Ahora el mundo ya es el reino de nuestro Señor y de su Cristo,*11:15 O su Mesías.
y él reinará por siempre y para siempre».
16Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y lo adoraron,
«Te damos gracias, Señor Dios, el Todopoderoso,
el que es y que siempre fue,
porque ahora has tomado tu gran poder
y has comenzado a reinar.
18Las naciones se llenaron de ira,
pero ahora el tiempo de tu ira ha llegado.
Es tiempo de juzgar a los muertos
y de recompensar a tus siervos, los profetas,
y también a tu pueblo santo
y a todos los que temen tu nombre,
desde el menos importante hasta el más importante.
Es tiempo de destruir
a todos los que han causado destrucción en la tierra».
19Después se abrió en el cielo el templo de Dios, y el arca de su pacto se podía ver dentro del templo. Salieron relámpagos, rugieron truenos y estruendos, y hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo.