1Mientras tanto, Saulo pronunciaba amenazas en cada palabra y estaba ansioso por matar a los seguidores*9:1 En griego discípulos. del Señor. Así que acudió al sumo sacerdote.
3Al acercarse a Damasco para cumplir esa misión, una luz del cielo de repente brilló alrededor de él.
—¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?
5—¿Quién eres, señor? —preguntó Saulo.
—Yo soy Jesús, ¡a quien tú persigues! —contestó la voz—.
7Los hombres que estaban con Saulo se quedaron mudos, porque oían el sonido de una voz, ¡pero no veían a nadie!
10Ahora bien, había un creyente*9:10 En griego discípulo; también en 9:26, 36. en Damasco llamado Ananías. El Señor le habló en una visión, lo llamó:
—¡Ananías!
—¡Sí, Señor! —respondió.
11El Señor le dijo:
—Ve a la calle llamada Derecha, a la casa de Judas. Cuando llegues, pregunta por un hombre de Tarso que se llama Saulo. En este momento, él está orando.
13—¡Pero Señor! —exclamó Ananías—. ¡He oído a mucha gente hablar de las cosas terribles que ese hombre les ha hecho a los creyentes*9:13 En griego al pueblo santo de Dios; también en 9:32, 41. de Jerusalén!
15El Señor le dijo:
—Ve, porque él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles*9:15 Gentil[es], que no es judío. y a reyes, como también al pueblo de Israel;
17Así que Ananías fue y encontró a Saulo, puso sus manos sobre él y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, quien se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo».
Saulo se quedó unos días con los creyentes*9:19 En griego discípulos; también en 9:26, 38. en Damasco.
21Todos los que lo oían quedaban asombrados. «¿No es este el mismo hombre que causó tantos estragos entre los seguidores de Jesús en Jerusalén? —se preguntaban—. ¿Y no llegó aquí para arrestarlos y llevarlos encadenados ante los sacerdotes principales?».
22La predicación de Saulo se hacía cada vez más poderosa, y los judíos de Damasco no podían refutar las pruebas de que Jesús de verdad era el Mesías.
26Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de reunirse con los creyentes, pero todos le tenían miedo. ¡No creían que de verdad se había convertido en un creyente!
28Así que Saulo se quedó con los apóstoles y los acompañó por toda Jerusalén, predicando con valor en el nombre del Señor.
31La iglesia, entonces, tuvo paz por toda Judea, Galilea y Samaria; se fortalecía y los creyentes vivían en el temor del Señor. Y, con la ayuda del Espíritu Santo, también creció en número.
32Mientras tanto, Pedro viajaba de un lugar a otro, y descendió a visitar a los creyentes de la ciudad de Lida.
36Había una creyente en Jope que se llamaba Tabita (que en griego es Dorcas*9:36 Ambos nombres, Tabita (en arameo) y Dorcas (en griego), significan «gacela».). Ella siempre hacía buenas acciones a los demás y ayudaba a los pobres.
39Así que Pedro regresó con ellos y, tan pronto como llegó, lo llevaron al cuarto de la planta alta. El cuarto estaba lleno de viudas que lloraban y le mostraban a Pedro las túnicas y demás ropa que Dorcas les había hecho.
42Las noticias corrieron por toda la ciudad y muchos creyeron en el Señor;