1Entonces Josué convocó a todas las tribus de Israel en Siquem, junto con los ancianos, los líderes, los jueces y los oficiales. Así que todos se reunieron y se presentaron ante Dios.
2Josué le dijo al pueblo:
—Esto dice el Señor, Dios de Israel: Hace mucho, tus antepasados, entre ellos Taré, el padre de Abraham y Nacor, vivían del otro lado del río Éufrates*24:2 En hebreo del río; similar en 24:3, 14, 15. y rindieron culto a otros dioses.
5»Luego envié a Moisés y a Aarón, y mandé plagas espantosas sobre Egipto; y después te saqué de allí como un pueblo libre.
8»Finalmente, te llevé a la tierra de los amorreos, al oriente del Jordán. Ellos pelearon contra ti, pero yo los destruí delante de tus ojos. Te di la victoria sobre ellos, y tomaste posesión de su tierra.
11»Cuando cruzaste el río Jordán y llegaste a Jericó, los hombres de Jericó pelearon contra ti, como lo hicieron los amorreos, los ferezeos, los cananeos, los hititas, los gergeseos, los heveos y los jebuseos. Pero yo te di la victoria sobre ellos.
14»Por lo tanto, teme al Señor y sírvelo con todo el corazón. Echa fuera para siempre los ídolos que tus antepasados adoraron cuando vivían del otro lado del río Éufrates y en Egipto. Sirve únicamente al Señor.
16El pueblo respondió:
—Nosotros jamás abandonaríamos al Señor ni serviríamos a otros dioses.
19Entonces Josué advirtió a los israelitas:
—Ustedes no son capaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y celoso. No les perdonará su rebelión ni sus pecados.
21Pero los israelitas respondieron a Josué:
—¡Eso no! Nosotros serviremos al Señor.
22—Ustedes son testigos de su propia decisión —les dijo Josué—. Hoy han elegido servir al Señor.
—Claro que sí —respondieron—, somos testigos de lo que dijimos.
23—Muy bien —dijo Josué—, entonces destruyan los ídolos que tienen entre ustedes y entréguenle el corazón al Señor, Dios de Israel.
24Entonces los israelitas le dijeron a Josué:
—Serviremos al Señor nuestro Dios. Lo obedeceremos solo a él.
25Entonces, ese día en Siquem, Josué hizo un pacto con ellos, el cual los comprometía a seguir los decretos y las ordenanzas del Señor.
27Josué le dijo a todo el pueblo:
—Esta piedra escuchó todo lo que el Señor nos dijo. Será un testigo en contra de ustedes si no cumplen lo que le prometieron a Dios.
28Después Josué mandó que todo israelita regresara a su tierra, cada uno a su hogar.
29Después de eso, Josué, hijo de Nun y siervo del Señor, murió a los ciento diez años de edad.
31El pueblo de Israel sirvió al Señor durante toda la vida de Josué y de los ancianos que murieron después de él, los cuales habían vivido en persona todo lo que el Señor había hecho por Israel.
32Los huesos de José —los cuales los israelitas llevaron consigo cuando salieron de Egipto— fueron enterrados en Siquem, en la parcela que Jacob le había comprado a los hijos de Hamor por cien piezas de plata.*24:32 En hebreo 100 kesitas; el valor y el peso de la kesita son desconocidos. Esa tierra estaba situada en el territorio asignado a los descendientes de José.
33Murió también Eleazar, hijo de Aarón. Fue enterrado en la zona montañosa de Efraín, en la ciudad de Guibeá, la cual se le había entregado a su hijo Finees.