1Cuando todos los reyes amorreos al occidente del Jordán y todos los reyes cananeos que vivían a lo largo de la costa del mar Mediterráneo*5:1 En hebreo a lo largo del mar. oyeron cómo el Señor había secado el río Jordán para que el pueblo de Israel pudiera cruzar, se desanimaron y quedaron paralizados de miedo a causa de los israelitas.
2En esos días, el Señor le dijo a Josué: «Prepara cuchillos de piedra y circuncida a esta segunda generación de israelitas*5:2 O circuncida a los israelitas por segunda vez.».
4Josué tuvo que circuncidarlos, porque todos los hombres que tenían edad suficiente para ir a la guerra cuando salieron de Egipto habían muerto en el desierto.
9Luego el Señor le dijo a Josué: «Hoy he hecho que la vergüenza de su esclavitud en Egipto salga rodando como una piedra». Por eso, ese lugar se llama Gilgal*5:9 Gilgal suena como el término hebreo galal que significa «rodar». hasta el día de hoy.
10Mientras los israelitas acampaban en Gilgal, sobre la llanura de Jericó, celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del primer mes.*5:10 En el antiguo calendario lunar hebreo, ese día caía a fines de marzo, en abril o a principios de mayo.
13Cuando Josué estaba cerca de la ciudad de Jericó, miró hacia arriba y vio a un hombre parado frente a él con una espada en la mano. Josué se le acercó y le preguntó:
—¿Eres amigo o enemigo?
14—Ninguno de los dos —contestó—. Soy el comandante del ejército del Señor.
Entonces Josué cayó rostro en tierra ante él con reverencia.
—Estoy a tus órdenes —dijo Josué—. ¿Qué quieres que haga tu siervo?
15El comandante del ejército del Señor contestó:
—Quítate las sandalias, porque el lugar donde estás parado es santo.
Y Josué hizo lo que se le indicó.