1Cierto día, Jesús reunió a sus doce discípulos*9:1 En griego los Doce; otros manuscritos dicen los doce apóstoles. y les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y sanar enfermedades.
6Entonces ellos comenzaron su recorrido por las aldeas para predicar la Buena Noticia y sanar a los enfermos.
7Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea,*9:7 En griego Herodes el tetrarca. Herodes Antipas era hijo del rey Herodes y gobernador de Galilea. oyó hablar de todo lo que Jesús hacía, quedó perplejo. Algunos decían que Juan el Bautista había resucitado de los muertos.
9«Decapité a Juan —decía Herodes—, así que, ¿quién es este hombre de quien oigo tantas historias?». Y siguió tratando de ver a Jesús.
10Cuando los apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Luego él se retiró con ellos sin llamar la atención hacia la ciudad de Betsaida,
12Al atardecer, los doce discípulos se le acercaron y le dijeron:
—Despide a las multitudes para que puedan conseguir comida y encontrar alojamiento para la noche en las aldeas y granjas cercanas. En este lugar alejado no hay nada para comer.
13Jesús les dijo:
—Denles ustedes de comer.
—Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados —le respondieron—. ¿O esperas que vayamos y compremos suficiente comida para toda esta gente?
14Pues había alrededor de cinco mil hombres allí.
Jesús les respondió:
—Díganles que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno.
15Entonces todos se sentaron.
18Cierto día, Jesús se alejó de las multitudes para orar a solas. Solo estaban con él sus discípulos, y les preguntó:
—¿Quién dice la gente que soy?
19—Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros antiguos profetas, que volvió de la muerte.
20Entonces les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
Pedro contestó:
—¡Tú eres el Mesías*9:20 O el Cristo. Tanto Mesías (término hebreo) como Cristo (término griego) significan «ungido». enviado por Dios!
21Jesús les advirtió a sus discípulos que no dijeran a nadie quién era él.
22—El Hijo del Hombre*9:22 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo. tendrá que sufrir muchas cosas terribles —les dijo—. Será rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los maestros de la ley religiosa. Lo matarán, pero al tercer día resucitará.
23Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme.
28Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar.
32Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él.
35Entonces, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo, mi Elegido.*9:35 Algunos manuscritos dicen Este es mi Hijo muy amado. Escúchenlo a él».
37Al día siguiente, después que bajaron del monte, una gran multitud salió al encuentro de Jesús.
—Maestro, te suplico que veas a mi hijo, el único que tengo.
41—Gente corrupta y sin fe —dijo Jesús—, ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos?
Entonces le dijo al hombre:
—Tráeme a tu hijo aquí.
42Cuando el joven se acercó, el demonio lo arrojó al piso y le causó una violenta convulsión; pero Jesús reprendió al espíritu maligno*9:42 En griego impuro. y sanó al muchacho. Después lo devolvió a su padre.
Mientras todos se maravillaban de las cosas que él hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
46Entonces los discípulos comenzaron a discutir entre ellos acerca de quién era el más importante.
49Juan le dijo a Jesús:
—Maestro, vimos a alguien usar tu nombre para expulsar demonios, pero le dijimos que no lo hiciera porque no pertenece a nuestro grupo.
50Jesús le dijo:
—¡No lo detengan! Todo el que no está en contra de ustedes está a su favor.
51Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén.
57Mientras caminaban, alguien le dijo a Jesús:
—Te seguiré a cualquier lugar que vayas.
58Jesús le respondió:
—Los zorros tienen cuevas donde vivir y los pájaros tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene ni siquiera un lugar donde recostar la cabeza.
59Dijo a otro:
—Ven, sígueme.
El hombre aceptó, pero le dijo:
—Señor, deja que primero regrese a casa y entierre a mi padre.
60Jesús le dijo:
—¡Deja que los muertos espirituales entierren a sus propios muertos!*9:60 En griego Deja que los muertos entierren a sus propios muertos. Tu deber es ir y predicar acerca del reino de Dios.
61Otro dijo:
—Sí, Señor, te seguiré, pero primero deja que me despida de mi familia.
62Jesús le dijo:
—El que pone la mano en el arado y luego mira atrás no es apto para el reino de Dios.