1En ese momento, algunos fariseos y maestros de la ley religiosa llegaron desde Jerusalén para ver a Jesús.
2—¿Por qué tus discípulos desobedecen nuestra antigua tradición? —le preguntaron—. No respetan la ceremonia de lavarse las manos antes de comer.
3Jesús les respondió:
—¿Y por qué ustedes, por sus tradiciones, violan los mandamientos directos de Dios?
8“Este pueblo me honra con sus labios,
pero su corazón está lejos de mí.
9Su adoración es una farsa
porque enseñan ideas humanas como si fueran mandatos de Dios”*15:8-9 Is 29:13 (versión griega)..
10Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera. «Escuchen —les dijo—, y traten de entender.
12Entonces los discípulos se acercaron y le preguntaron:
—¿Te das cuenta de que has ofendido a los fariseos con lo que acabas de decir?
13Jesús contestó:
—Toda planta que no fue plantada por mi Padre celestial será arrancada de raíz,
15Entonces Pedro le dijo a Jesús:
—Explícanos la parábola que dice que la gente no se contamina por lo que come.
16—¿Todavía no lo entienden? —preguntó Jesús—.
21Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro y Sidón.
23Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos le pidieron que la despidiera. «Dile que se vaya —dijeron—. Nos está molestando con sus súplicas».
24Entonces Jesús le dijo a la mujer:
—Fui enviado para ayudar solamente a las ovejas perdidas de Dios, el pueblo de Israel.
25Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más:
—¡Señor, ayúdame!
26Jesús le respondió:
—No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros.
27—Es verdad, Señor —respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos.
28—Apreciada mujer —le dijo Jesús—, tu fe es grande. Se te concede lo que pides.
Y al instante la hija se sanó.
29Jesús regresó al mar de Galilea, subió a una colina y se sentó.
32Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
—Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres días y no les queda nada para comer. No quiero despedirlos con hambre, no sea que se desmayen por el camino.
33Los discípulos contestaron:
—¿Dónde conseguiríamos comida suficiente aquí en el desierto para semejante multitud?
34—¿Cuánto pan tienen? —preguntó Jesús.
—Siete panes y unos pocos pescaditos —contestaron ellos.
35Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo.
37Todos comieron cuanto quisieron. Después los discípulos recogieron siete canastas grandes con la comida que sobró.