Isaías 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66
1Luego el Señor me dijo: «Haz un letrero grande y escribe con claridad el siguiente nombre: Maher-salal-has-baz*8:1 Maher-salal-has-baz significa «rápido para saquear y rápido para llevar».».
3Después me acosté con mi esposa y ella quedó embarazada, y dio a luz un hijo. Y el Señor me dijo: «Ponle por nombre Maher-salal-has-baz.
5Entonces el Señor volvió a hablar conmigo y me dijo:
9»Reúnanse, naciones, y llénense de terror.
Escuchen, todas ustedes, tierras lejanas:
prepárense para la batalla, ¡pero serán aplastadas!
Sí, prepárense para la batalla, ¡pero serán aplastadas!
10Convoquen a sus asambleas de guerra, pero no les servirán de nada;
desarrollen sus estrategias, pero no tendrán éxito,
¡porque Dios está con nosotros!*8:10 En hebreo ¡Emanuel!».
11El Señor me dio una firme advertencia de no pensar como todos los demás. Me dijo:
12«No llames conspiración a todo, como hacen ellos,
ni vivas aterrorizado de lo que a ellos les da miedo.
13Ten por santo en tu vida al Señor de los Ejércitos Celestiales;
él es a quien debes temer.
Él es quien te debería hacer temblar.
14Él te mantendrá seguro.
En cambio, para Israel y Judá
será una piedra que hace tropezar a muchos,
una roca que los hace caer.
Y para el pueblo de Jerusalén
será una red y una trampa.
15Muchos tropezarán y caerán
y no volverán a levantarse;
caerán en la trampa y serán capturados».
16Preserva las enseñanzas de Dios;
confía sus instrucciones a quienes me siguen.
17Yo esperaré al Señor,
que se ha apartado de los descendientes de Jacob;
pondré mi esperanza en él.
18Yo y los hijos que el Señor me ha dado servimos como señales y advertencias a Israel de parte del Señor de los Ejércitos Celestiales, quien habita en su templo en el monte Sion.
19Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos; con sus susurros y balbuceos nos dirán qué debemos hacer». Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?
20¡Busquen las instrucciones y las enseñanzas de Dios! Quienes contradicen su palabra están en completa oscuridad.