1Cuando David pasó un poco más allá de la cima del monte de los Olivos, Siba, el siervo de Mefiboset,*16:1 Mefiboset, otro nombre de Merib-baal. lo estaba esperando. Tenía dos burros cargados con doscientos panes, cien racimos de pasas, cien ramas con frutas de verano y un cuero lleno de vino.
2—¿Para qué es todo esto? —le preguntó el rey a Siba.
—Los burros son para que monten los que acompañen al rey —contestó Siba—, y el pan y la fruta son para que coman los jóvenes. El vino es para los que se agoten en el desierto.
3—¿Y dónde está Mefiboset, el nieto de Saúl? —le preguntó el rey.
—Se quedó en Jerusalén —contestó Siba—. Dijo: “Hoy recobraré el reino de mi abuelo Saúl”.
4—En ese caso —le dijo el rey a Siba—, te doy todo lo que le pertenece a Mefiboset.
—Me inclino ante usted —respondió Siba—, que yo siempre pueda complacerlo, mi señor el rey.
5Mientras el rey David llegaba a Bahurim, salió un hombre de la aldea maldiciéndolos. Era Simei, hijo de Gera, del mismo clan de la familia de Saúl.
7—¡Vete de aquí, asesino y sinvergüenza! —le gritó a David—.
9—¿Cómo es posible que este perro muerto maldiga a mi señor el rey? —exclamó Abisai, el hijo de Sarvia—. ¡Déjeme ir y cortarle la cabeza!
10—¡No! —dijo el rey—. ¿Quién les pidió su opinión a ustedes, los hijos de Sarvia? Si el Señor le dijo que me maldijera, ¿quiénes son ustedes para detenerlo?
11Entonces David les dijo a Abisai y a sus sirvientes:
—Mi propio hijo quiere matarme, ¿acaso no tiene este pariente de Saúl*16:11 En hebreo este benjamita. todavía más motivos para hacerlo? Déjenlo en paz y permítanle que maldiga, porque el Señor le dijo que lo hiciera.
13Así que David y sus hombres continuaron por el camino, y Simei les seguía el paso desde un cerro cercano, maldiciendo y tirándole piedras y tierra a David.
14El rey y todos los que estaban con él se fatigaron en el camino, así que descansaron cuando llegaron al río Jordán.*16:14 Así aparece en la versión griega (ver también 17:16); en hebreo dice cuando llegaron a su destino.
15Mientras tanto, Absalón y todo el ejército de Israel llegaron a Jerusalén acompañados por Ahitofel.
—¡Viva el rey! —exclamó—. ¡Viva el rey!
17—¿Es esta la forma en que tratas a tu amigo David? —le preguntó Absalón—. ¿Por qué no estás con él?
18—Estoy aquí porque le pertenezco al hombre que fue escogido por el Señor y por todos los hombres de Israel —le respondió Husai—.
20Después Absalón se volvió a Ahitofel y le preguntó:
—¿Qué debo hacer ahora?
21—Ve y acuéstate con las concubinas de tu padre —contestó Ahitofel—, porque él las dejó aquí para que cuidaran el palacio. Entonces todo Israel sabrá que has insultado a tu padre más allá de toda esperanza de reconciliación, y el pueblo te dará su apoyo.
22Entonces levantaron una carpa en la azotea del palacio para que todos pudieran verla, y Absalón entró y tuvo sexo con las concubinas de su padre.
23Absalón siguió el consejo de Ahitofel, tal como lo había hecho David, porque cada palabra que decía Ahitofel parecía tan sabia como si hubiera salido directamente de la boca de Dios.